¿Y si habláramos Quechua?

Por César García



Han pasado 529 años y unos días desde que el bachiller Rodrigo de Triana gritó: ¡tierra! Ahí empezó el desastre. Colón se salvó de ser devorado por tiburones y condenó a muerte a más de 50 millones de nativos de América, casi 10 veces más que los asesinados por Hitler. Pero no solo acabaron con los nativos, sino que destruyeron lenguas, culturas y creencias con el argumento falaz de que nos traían la civilización. ¡Vaya mentira histórica más grande! Culturicidío debería llamarse a semejante atrocidad.


La razón de la colonización era otra, ocurre siempre con las versiones oficiales: España necesitaba de nuestros recursos, de nuestros esclavos, de nuestro oro para financiar sus guerras. Los ingleses no se quedaron cortos y patrocinaron, con la bendición de la reina –por supuesto-, barcos piratas para robar en alta mar el oro hurtado por los españoles… ¡ladrón que roba a ladrón!


No es una novedad que gran parte del desarrollo europeo se construyó con sangre indígena y recursos americanos y de paso nos quitaron a Bacatá, a Túpac Amaru I, el Náhuatl, el Quechua, el juego de pelota Maya (antecesor del baloncesto) y otras mil manifestaciones culturales y científicas que en cinco siglos más de evolución, con la bendición del dios Sue, Viracocha o Huitzilopochtli, se hubieran convertido en la cuna de nuestra civilización.


La historia que nos contaron en la escuela estaba plagada de errores, escondía las masacres y magnificaba a los perpetradores; si hasta tuvieron el cinismo de trasmitirnos la odiosa mentira de que los indígenas eran unos salvajes. ¡Salvaje la conquista! y más salvaje aún, y atroz, la matanza de indígenas en las siguientes décadas del “descubrimiento”, a cambio -eso sí- de enfermedades venéreas, viruela (que mató más indios que los propios españoles), del idioma español y de la religión católica. Ya lo dijo Eduardo Galeano: 

« Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia »


Sin embargo, con la religión católica no quiero meterme, sus seguidores merecen respeto, pero hay serias evidencias de que por siglos no fue el mejor aliado de los indígenas, negros esclavos (por muchos siglos esto fue una redundancia) ni de la ciencia; y vaya uno a saber si al haber evolucionado el Dios Sue, Viracocha o Huitzilopochtli no tendríamos una mejor espiritualidad, más útil al bien común y menos útil a los gobernantes. Se abonan los majestuosos templos y monasterios, pero con la salvedad de que las construcciones sagradas indígenas podrían haber sido igual o más grandiosas si esa plaga europea no hubiera errado su rumbo para desembarcar   en la isla Guanahaní, aquel nefasto 12 de octubre para borrar una cultura y saquear hasta sus almas.


Respecto al idioma español discrepo de Vargas Llosa (en política no es difícil estar en desacuerdo con él, la embarra seguido) cuando alaba al idioma castellano como una gran herencia de la conquista. No hay duda que el idioma es hermoso, majestuoso, sin él no estaría acá escribiendo gustoso, ni ustedes leyendo (espero que con el mismo gusto). Pero no me queda la menor duda que más de cinco siglos de avatares podrían haber llevado al Quechua, Náhuatl o al Muisca a una plenitud lingüística igual o mayor a la del español. No se sabe: 


“El pasado que no ocurrió esta tal oculto como el futuro que está por venir”


Quizás seriamos otros, mejores, quizás peores, pero me inclino por lo primero y no creo pecar de optimista; además, pido permiso para jugar con la idea de que el mejor libro que he leído se llama: “ Chen lunas de soledad”

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