EL CELULAR DE JESSICA
Hace unas semanas mi hija Jéssica de 17 años, literalmente, me la montó para que le regalara un celular nuevo, de los llamados “teléfonos inteligentes” o “Smartphone”.
La verdad es que yo tenía mis dudas. El aparato era caro y la potencial usuaria, es decir, mi hija, no me daba las garantías que yo exigía para proteger la inversión, y es que la experiencia con anteriores teléfonos me indicaba que era una decisión de alto riesgo. Yo, el incrédulo, hasta llegué a pensar: “Bueno, si se lo doy y lo deja caer o lo daña, se friega. Ya tengo razones de peso para no darle nada caro por el resto de sus días”
Se que era exagerado pensar así pero, insisto, las anteriores experiencias no habían sido buenas. El primer Nokia que le di terminó aplastado como sapo bajo la llanta de un carro, después fue un Siemens que se ahogó en el lavamanos de la casa, casi que de inmediato un Motorola murió en caída libre.
En la última y más reciente tragedia un Samsung falleció por una descarga de… la verdad es que la explicación que me dio no se las repito pues considerarían que estoy chiflado, así que mejor déjenla ahí pero créanme que el último aparato que pasó por sus manos murió por causas no naturales.
Como ven, tenía muchas razones para dudar. Como padre que soy al fin de cuentas, me dejé convencer y se lo compré no sin antes hacerla firmar en el aire una interminable lista de promesas y cuidados que debía tener.
El aparato elegido fue un Sony Xperia X10 (parezco vendedor de Sony, upsss). Un teléfono respaldado por una marca de mucha tradición y que me pareció fuerte, compacto, completo en aplicaciones y con un gran look.
Una de las dudas que tenía era el sistema “touch” pues a primera vista no parece fácil de manejar para alguien con las manos grandes.
Apenas lo sacó de su caja el local se llenó de luz. Sobre mi hija se posó un rayo de luz entre blanco y azul que le iluminó de inmediato el rostro y le sacó una interminable sonrisa. Sus ojos se abrieron como carcajada y sus dedos iniciaron una rápida y veloz maratón por su pantalla táctil.
Parecía que se conocieran desde antes, desde siempre. El manual de funcionamiento quedó intacto, nunca lo hojeó, no era necesario. Ella ya conocía los comandos, los atajos, la manera de acceder a las aplicaciones, de guardar números, de buscar datos, de “textear”. Ya eran uno solo. Que vaina! Y yo sin saber siquiera como abrir la bolsa plástica que protegía el manual.
Dentro de las tareas que le había encomendado antes de pasar la tarjeta de crédito, estaba que ella tenía que escribir un blog contando su experiencia y que una vez lo hiciera lo publicaría en mi facebook. Eso lo hice con el propósito de que practicara la escritura y composición, y segundo para que todos mis amigos fueran testigos de la compra y sus implicaciones.
Como también lo esperaba, la tarea demoró varias semanas en completarse, la amenacé con quitarle el celular y al fin de cuentas aquí está lo que prometió:
“Hola. Me llamo Jéssica y escribo esta nota porque mi papá me dijo que si no lo hacía me quitaba mi celular nuevo, así que me tocó.
Soy un poco desubicada para la tecnología así que pensé que este celular era muy avanzado para mi pero me dejó asombrada la facilidad y precisión de las cosas que se puede tener y bajar. Es tan fácil de operar que yo creo que mi papá, que es viejo y bastante atrofiado, puede hacerlo sin que mi hermano Alejandro o yo tengamos que llenarnos de paciencia para enseñarle.
Los vídeos que bajas de internet o que haces con la cámara que tiene son de muy buena resolución. Eso me dejó completamente asombrada y ahora no tengo que “tomar” prestada la cámara de la casa para llevarla al colegio.
Al principio, al ver este celular en su caja no me dio muy buena impresión ya que para mi no era tan sencillo manejar un celular touch. Pensaba que al poner el dedo en una tecla se iban a espichar varias, además mis dedos son muy grandes por lo tanto pensé que era difícil para textear.
En fin, las cosas que este aparato te ofrece te hacen tu vida más fácil y cómoda. Por ejemplo, ya no tengo que abrir a cada rato la laptop, pues en el celular tengo mi cuenta de facebook y puedo leer mis emails.
Pero como nada es perfecto en esta vida el aparato tiene un defecto y es que la batería solo dura cargada 16 horas, más o menos el mismo tiempo que yo lo uso cada día para textear, hablar con mis amigos, ver videos de youtube y escuchar música mientras estoy en el gimnasio.
Es magnífico. Ahora si no tengo ninguna excusa para aplastar, ahogar, golpear o electrocutar mi celular, como me tocó hacer con las chandas de aparatos que mi papá me había regalado antes. Opssss”.
La verdad es que yo tenía mis dudas. El aparato era caro y la potencial usuaria, es decir, mi hija, no me daba las garantías que yo exigía para proteger la inversión, y es que la experiencia con anteriores teléfonos me indicaba que era una decisión de alto riesgo. Yo, el incrédulo, hasta llegué a pensar: “Bueno, si se lo doy y lo deja caer o lo daña, se friega. Ya tengo razones de peso para no darle nada caro por el resto de sus días”
Se que era exagerado pensar así pero, insisto, las anteriores experiencias no habían sido buenas. El primer Nokia que le di terminó aplastado como sapo bajo la llanta de un carro, después fue un Siemens que se ahogó en el lavamanos de la casa, casi que de inmediato un Motorola murió en caída libre.
En la última y más reciente tragedia un Samsung falleció por una descarga de… la verdad es que la explicación que me dio no se las repito pues considerarían que estoy chiflado, así que mejor déjenla ahí pero créanme que el último aparato que pasó por sus manos murió por causas no naturales.
Como ven, tenía muchas razones para dudar. Como padre que soy al fin de cuentas, me dejé convencer y se lo compré no sin antes hacerla firmar en el aire una interminable lista de promesas y cuidados que debía tener.
El aparato elegido fue un Sony Xperia X10 (parezco vendedor de Sony, upsss). Un teléfono respaldado por una marca de mucha tradición y que me pareció fuerte, compacto, completo en aplicaciones y con un gran look.
Una de las dudas que tenía era el sistema “touch” pues a primera vista no parece fácil de manejar para alguien con las manos grandes.
Apenas lo sacó de su caja el local se llenó de luz. Sobre mi hija se posó un rayo de luz entre blanco y azul que le iluminó de inmediato el rostro y le sacó una interminable sonrisa. Sus ojos se abrieron como carcajada y sus dedos iniciaron una rápida y veloz maratón por su pantalla táctil.
Parecía que se conocieran desde antes, desde siempre. El manual de funcionamiento quedó intacto, nunca lo hojeó, no era necesario. Ella ya conocía los comandos, los atajos, la manera de acceder a las aplicaciones, de guardar números, de buscar datos, de “textear”. Ya eran uno solo. Que vaina! Y yo sin saber siquiera como abrir la bolsa plástica que protegía el manual.
Dentro de las tareas que le había encomendado antes de pasar la tarjeta de crédito, estaba que ella tenía que escribir un blog contando su experiencia y que una vez lo hiciera lo publicaría en mi facebook. Eso lo hice con el propósito de que practicara la escritura y composición, y segundo para que todos mis amigos fueran testigos de la compra y sus implicaciones.
Como también lo esperaba, la tarea demoró varias semanas en completarse, la amenacé con quitarle el celular y al fin de cuentas aquí está lo que prometió:
“Hola. Me llamo Jéssica y escribo esta nota porque mi papá me dijo que si no lo hacía me quitaba mi celular nuevo, así que me tocó.
Soy un poco desubicada para la tecnología así que pensé que este celular era muy avanzado para mi pero me dejó asombrada la facilidad y precisión de las cosas que se puede tener y bajar. Es tan fácil de operar que yo creo que mi papá, que es viejo y bastante atrofiado, puede hacerlo sin que mi hermano Alejandro o yo tengamos que llenarnos de paciencia para enseñarle.
Los vídeos que bajas de internet o que haces con la cámara que tiene son de muy buena resolución. Eso me dejó completamente asombrada y ahora no tengo que “tomar” prestada la cámara de la casa para llevarla al colegio.
Al principio, al ver este celular en su caja no me dio muy buena impresión ya que para mi no era tan sencillo manejar un celular touch. Pensaba que al poner el dedo en una tecla se iban a espichar varias, además mis dedos son muy grandes por lo tanto pensé que era difícil para textear.
En fin, las cosas que este aparato te ofrece te hacen tu vida más fácil y cómoda. Por ejemplo, ya no tengo que abrir a cada rato la laptop, pues en el celular tengo mi cuenta de facebook y puedo leer mis emails.
Pero como nada es perfecto en esta vida el aparato tiene un defecto y es que la batería solo dura cargada 16 horas, más o menos el mismo tiempo que yo lo uso cada día para textear, hablar con mis amigos, ver videos de youtube y escuchar música mientras estoy en el gimnasio.
Es magnífico. Ahora si no tengo ninguna excusa para aplastar, ahogar, golpear o electrocutar mi celular, como me tocó hacer con las chandas de aparatos que mi papá me había regalado antes. Opssss”.
Comentarios
Publicar un comentario
Comenta, con todo gusto responderé y compartiré inquietudes.